viernes, 4 de julio de 2008

Rock in Rio, no nos tomes el pelo


Si Paco el Pocero montase un festival de música, le saldría Rock in Rio.

Porque los símiles, una vez transitado el festival un par de días, están a huevo. ¿A qué se parece este supermercado pop? Elija su opción:

  • A un Carrefour de secano. Aparcamiento pedregoso, compra-compra-compra todo lo que te vendemos-vendemos-vendemos, gigantismo en las distancias y un público, con perdón, bastante Carrefour.
  • A una urbanización de los años del pelotazo inmobiliario. Mobiliario urbano chungo, sensación de deshumanización, aires de secarral, horterez por doquier... Faltan los adosados, pero démosles tiempo.
  • A una versión musical de Fitur. Avalancha de marcas, cutreatracciones aquí y allá, impactos publicitarios a cada metro... Y encima hay que pagar para entrar. Brillante.
  • A una Expo aún más absurda que las Expos. Rollo 'vamos a meter aquí a 100.000 de tíos y ya nos inventaremos con qué excusa'.

Ah, es verdad, el gancho es la música. Pero el cartel, de tan ancho, tan familiar y tan para todos los públicos, es un globo flácido a morir, casi sin aire. Neil Young, Bob Dylan, Police y poco más. El resto, música de mayor o menor valor artístico, pero de intención tan comercial como el propio emporio en sí.

La otra coartada asalta al visitante a la entrada: "Por un mundo mejor". Y la cantinela de la sostenibilidad, la ecología, el buenrrollismo y tal.

Más bien por un mundo igual o peor que este: Rock in Rio usa como pantalla la cultura para promover el credo ideológico de los tiempos: no somos ciudadanos, sino consumidores. ¿Quiere vivir? Pague. Sí, por un mundo mejor, pero mejor para el bolsillo de algunos. Un mundo regido por la pasta, y de la mano del egoísmo.

Si algo sabemos a ciencia cierta hoy es que las causas solidarias suelen ser, salvo excepciones, una puta en manos de las industrias culturales. Una treta que, para ellas, es pan para hoy y hambre para mañana: es imposible engañar a todos todo el tiempo. Aún parte del público viejuno podría tragarse el engaño; el joven no tiene excusa.

Dicho lo cual, importante: ¿sobra Rock in Rio? No, Rock in Rio no sobra. Música es música, aunque sea hecha principalmente para forrarse, e igual satisfacción pueden causar Shakira y Dylan en sus respectivos fans. No sobra, también, porque no llega por aquí tanta música como para andar derrochando. Y no sobra porque un centro comercial es un centro comercial, y como tal hay que tomárselo: uno va, compra, y vuelve a su casa.

Pero que no nos camelen. Rock in Rio, bienvenido y tal, pero no nos tomes el pelo.

(Y eso que servidor no presenció la apertura del evento el jueves pasado, con Esperanza Aguirre en plan Madonna castiza y varios cazas surcando los aires, según me cuentan. Esta crónica me habría salido más divertida pero, mecachis, no estuve).

El mundo.es



Estoy deacuerdo con esta opinión al 100%.


Me voy de capamento. Estaré ausente unos días, de todas forma pa la gnt que entra aqui...

miércoles, 2 de julio de 2008

Todo el pueblo para educar

La localidad madrileña de Villaconejos funda una comunidad de aprendizaje en la que los padres también enseñan


ELENA SEVILLANO - Villaconejos - 30/06/2008

La clase de tres años ha terminado rebozada en harina y sabiendo más gracias a sus educadoras, con las que han cantado; a madres y abuelas con las que han medido azúcar y amasado roscos; a tías y hermanos mayores que han jugado al corro de la patata; a padres con quienes han compartido desayuno con chocolate; al grupo folclórico Limón y Miel, que ha bailado jotas y explicado qué son unas castañuelas. La Casa de Niños de Villaconejos, en Madrid, es una comunidad de aprendizaje, lo que significa que todo el pueblo está invitado a participar en la educación de sus 55 alumnos de uno a tres años: desde el electricista que viene a enseñar por qué se enciende una bombilla, al frutero que invita a un picoteo sano.


Una casa de niños (centro educativo público de gestión municipal) se basa en el principio de participación de los adultos responsables de los pequeños. Las cinco educadoras de la de Villaconejos, que funciona desde 1997, han decidido dar un paso más y convertirse en comunidad de aprendizaje (la primera surgió a finales de los setenta en Cataluña, donde esta corriente tiene mayor presencia junto al País Vasco). "Supone ahondar en la línea de colaboración en la que veníamos trabajando", dice Ana María Hernández. "Hay quien traslada todo el peso de la educación a la escuela pero ésa es una tarea que corresponde a todos". Especialmente a las familias, que participan en comisiones mixtas de trabajo sobre aprendizaje, salidas y fiestas, infraestructuras y servicios. Los padres, por ejemplo, pintarán la fachada del cole con dibujos elegidos por ellos mismos.


Todo comenzó en septiembre, cuando estas educadoras asistieron a unas jornadas de comunidades de aprendizaje y les gustó la idea. Se lo propusieron a la directora, Sara Carriedo, que las animó. A los padres, que aceptaron. A su Ayuntamiento, que dijo "adelante". "Resulta enriquecedor porque son muchas cabezas pensando soluciones; mucha gente que llega donde nosotras no podemos", opina Ana ejerciendo de portavoz de sus compañeras, Natalia, Nuria, Eva y Beatriz. Como la madre que da talleres de psicomotricidad o la que ha mediado para una visita al centro de salud.


También supone una manera diferente de plantearse la enseñanza. Y más trabajo, que a veces se llevan como tarea porque la jornada lectiva no estira lo suficiente. "No todos los claustros lo aceptan porque estamos acostumbrados a centrarnos enclase, con una programación cerrada. Y hay gente a la que le da miedo meter a los padres en el aula", coinciden Sara y Ana María. En ese momento, la cabeza de una madre asoma por la puerta del despacho e interpela a la directora con la naturalidad de quien está acostumbrado a hacerlo. "Nuestra recompensa es moral", retoma Ana. Ni laboral ni salarial. Ella y sus compañeras tienen categoría, y cobran, como educadoras, aunque tres sean maestras. Según se lamentan, ostentan los sueldos más bajos de su zona.


Sólo la Casa de niños de Villaconejos se convirtió en comunidad de aprendizaje tras aquellas jornadas de septiembre y, de paso, en el único centro de infantil de Madrid que sigue este "proyecto de transformación". Las otras dos casas que dirige Carriedo optaron por no adherirse. Y el colegio público del pueblo, que en principio parecía receptivo, finalmente, desistió. "Les suponía un esfuerzo, había interinos que decían, 'para qué voy a iniciar nada si el curso que viene estaré en otro sitio". Con lo que la línea de trabajo trazada con los alumnos a partir del año no tendrá continuidad en niveles superiores. Pese a todo, este centro continúa su transformación, que se completa con la remodelación de las aulas "para organizarlas no por edades, sino por temas". La de psicomotricidad, la de plástica, la de juego simbólico, la de construcciones. Los niños, mezclados, decidirán dónde y a qué ritmo quiere aprender. Acompañados por el tándem familia-educadoras.



Esta noticia es muy esperanzadora. Durante dos de mis tres años de carrera, (de los cuales dos y medio he vivido en la Residencia Flora Tristán en el Polígono Sur), he colaborado con mi beca de la Flora en un colegio del barrio de mayoría etnia gitana. El segundo año comenzó en el centro un proyecto piloto que se llamaba "Comunidades de Aprendizaje". Ninguno de mis compañeros de clase sabíamos qué era eso, pero ya nos encargamos mis compis de beca y yo de realizar trabajos para la carrera al respecto e informarlos. Hoy me alegro mucho de haber tenido la oportunidad de participar en aquel principio de Comunidades de Aprendizaje como las que hoy podemos leer en la noticia, fue muy enriquecedor aunque todavía quedara mucho por hacer debido a las circunstancias del centro.

Si alguien quiere más información, en internet existe gran variedad de estudios referentes a las
"Comunidades de Aprendizaje".



En la foto, una compi de piso a la que quiero mucho y con la que espero compartir de nuevo mi vida, en una excursión del susodicho cole.

martes, 1 de julio de 2008

Rouco no renuncia a marcarle el camino al PP

El cardenal de Madrid afirma que el Estado ha de limitar sus competencias sociales al orden público

S. COLADO

Alfa y Omega, la revista del Arzobispado de Madrid, reproduce esta semana un discurso en el que el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, advierte de que “no se ve razón” para modificar los Acuerdos Iglesia-Estado, es decir, el Concordato que desde 1979 regula su marco de actuación y sus privilegios en materias como la educación o la financiación. Expone que el “Estado liberal” extendió su actuación a campos tradicionalmente en manos de la Iglesia como “la escuela” o “la beneficencia” y su “objetivo último es la destrucción de la propia organización de la Iglesia” y enarbola el Concordato como garante de una normativa “limitadora de la soberanía del Estado”. Mientras defiende su ámbito de actuación, Alfa y Omega no duda en inmiscuirse también en política marcándole al PP el camino que debe seguir y criticando reiteradamente su operación “centro”.

Alfa y Omega, la revista del Arzobispado de Madrid, incluye en su último número un discurso de Rouco en el que advierte de que, desde la Revolución Francesa, “el nuevo Estado liberal va extendiendo su campo de actuación a la enseñanza, al matrimonio y a la familia y a los servicios sociales, de forma monopolizara”, es decir, ocupando campos que se había arrogado hasta entonces la Iglesia católica. Nacían así “la escuela estatal única laica, el matrimonio civil obligatorio, la beneficencia estatalizadora, etc.”.


El Concordato puede “ser mejorado”
El presidente de los obispos españoles argumenta en un momento dado que el Concordato de 1979 supone en la práctica “la inserción limitadora de la soberanía del Estado” y que “no se ve razón” para cambiar este marco de relaciones entre Iglesia y poder público. Es más, advierte de que “antes al contrario” este sistema de regulación jurídica merece “ser mejorado”.


La Iglesia sí puede hacer política
Pese a defender una acción limitada de la política, Rouco no tiene inconveniente en, a través también de Alfa y Omega, tratar de intervenir en ella, concretamente a través del Partido Popular. El semanario católico incluye hasta tres artículos en los que marca al PP que ha salido del último Congreso el camino que debe seguir. Así, en la información con el título Parte del nuevo PP se instala en un cristianismo ambiguo muestra su preocupación por si la formación de Rajoy les abandona en materias como la oposición a Educación por la Ciudadanía, el matrimonio homosexual o el aborto.

EL Correo

Cuando dejará la Iglesia de meter sus narices donde no le llaman y se desvinculará del Estado! Hay MIEDO? JesuCristo empezó en la calle y no quería esto! No quería una Iglesia rica! Quería una Iglesia con los pobres! Cuando nos vamos a enterar!