martes, 26 de abril de 2011

Sobre la crisis, un ejemplo a seguir - La revolución islandesa: mucho ruido y muchos peces




En dos ocasiones se han negado los islandeses a pagar la deuda de sus bancos con clientes extranjeros.

25 ciudadanos reformarán la Constitución islandesa.
El ex primer ministro islandés tendrá que responder por la crisis ante la Justicia.

19.04.2011 · Luna Bolívar





Primero cada sábado y luego a diario protestaron los islandeses contra su gobierno frente a la sede del Parlamento. (Brynjar Gauti/ AP)

La mayor isla volcánica del mundo empezó en los noventa su mutación hacia gran laboratorio. Los 103.000 kilómetros cuadrados al margen del polo norte ofrecían condiciones inmejorables para experimentar con el capitalismo salvaje. Islandia perdió paulatinamente el interés por sus peces, sus ovejas y sus caballos, y se lanzó a la conquista de los mercados internacionales.Los “vikingos” arrasaban. Lo compraban todo. Crecían sin fin. Y pronto pudieron presumir de ser dueños de media Dinamarca, el país que un día los había dominado y del que no lograron independizarse hasta 1944.

La práctica pareció confirmar durante algún tiempo las tesis de una nueva generación de políticos islandeses, entre los que se encontraban David Oddsson y Geir Haarde. Sí, era posible hacer de este tradicional y lejano territorio, cuna de las sagas, el Estado más rico del mundo. En los índices de Naciones Unidas Islandia desbancaba a Noruega como el mejor lugar para vivir del planeta. “Los televisores de pantalla plana y los Range Rovers se convirtieron en los símbolos de era pre-crash”, cuenta Silja Bára Ómarsdóttir, politóloga de la Universidad de Reykiavik.

En la era “post-crash”, Islandia prueba el salir de la crisis. La actividad continúa en el mayor laboratorio volcánico de la Tierra. ¿Qué pasa cuando el capitalismo salvaje fracasa?¿Puede una moneda recuperarse después de haber perdido casi el 70 por ciento de su valor en el plazo de un solo año? ¿Cómo se enfrenta una sociedad que no conocía la escasez de trabajo a un 10 por ciento de desempleo? Y la pregunta clave: ¿cuánto tiempo requiere el saneamiento de un Estado endeudado en un 200 por ciento de su Producto Interior Bruto?




En 1973, los islandeses se enfrentaban a Gran Bretaña bajo el lema “Dios proteja al bacalao”. Hoy la premisa reza “Dios proteja a Islandia” (AP)

“Que Dios proteja a Islandia”. Poco más se recuerda del discurso que Geir Haarde, entonces primer ministro, pronunció el 6 de octubre de 2008. Ni falta que hace. La frase es un resumen exacto. En su frenética expansión, los tres grandes bancos del país habían sido poco cuidadosos. Cuando la economía internacional entró en recesión, el castillo de naipes construido por los insaciables vikingos se vino abajo. El gobierno tuvo que intervenir. Y el Estado al margen del polo norte acabó haciendo malabarismos al borde de la bancarrota.

Pero un vikingo no se rinde tan fácilmente. “Tal vez suene a cliché nacionalista, pero somos un pueblo que, si se cae, se vuelve a levantar. Puede que esta mentalidad sea una consecuencia del clima en que vivimos. O de la cultura de la pesca: si hoy no has pescado, mañana sales otra vez”, explica Bára Ómarsdóttir.

Los peces interesan de nuevo en Islandia. Y las ovejas y los caballos. Desde el impacto colectivo del seis de octubre, se ha impuesto en la isla el regreso a las raíces.“Ahora se consumen más productos locales. Viajar dentro del país ha recuperado la popularidad perdida en los tiempos del boom, cuando los islandeses se iban de vacaciones al extranjero varias veces al año. La gente antes remodelaba sus casas completamente como si nada, hoy se recicla y reutiliza más y la ropa de segunda mano se lleva otra vez”, describe la islandesa.

“En Islandia estamos viviendo una época de grandes cambios”, comenta Bára Ómarsdóttir, y no se refiere sólo a que ahora se zurzan los calcetines que antes se tiraban. Lo que en la isla se ha puesto en marcha es una verdadera revolución: la “revolución de las cacerolas”, la llaman, porque armados con ellas salieron los ciudadanos a hacer ruido frente al Parlamento de Reykiavik hasta que en enero de 2009 cayó el gobierno de Haarde. Así no se protestaba desde hacía 60 años, cuando el país se convirtió en contra de la voluntad popular en miembro fundador de la OTAN.





La renuncia del primer minsitro -enfermo de cáncer- y el castigo de su Partido de la Independencia en las posteriores elecciones anticipadas no bastó, sin embargo, para calmar la ira de los islandeses. También David Oddsson, el antecesor de Haarde que pasó de la jefatura del Ejecutivo a la del Banco Central con el correspondiente e ignorado conflicto de intereses, tuvo que dejar el cargo. En abril de 2010, una investigación parlamentaria llegó a la conclusión de que ambos, así como otros altos funcionarios, habían propiciado con su negligencia el colapso financiero. Haarde tendrá que responder por ello ante la Justicia.

Islandia intenta empezar de nuevo. Recuperar los valores perdidos entre las puertas que abría el dinero. Reordenar las prioridades: en la vida cotidiana, y también en la política. Ahora los islandeses no sólo se acuerdan de sus peces, sino también de que su Althing es uno de los parlamentos más antiguos del mundo. En esta Asamblea se reunían los goði, los jefes de los clanes previos a la introducción del cristianismo, ya desde 930. Siempre en absoluta igualdad.




Patatas y carteles de protesta a las puertas del Althing, uno de los Parlamentos más antiguos del mundo. (Brynjar Gunnarsson/ AP)

“El principio de que todos somos iguales forma parte de nuestra identidad nacional. Nadie, independientemente de su posición, tiene derecho a apropiarse del poder”, afirma Bára Ómarsdóttir. 1.200 ciudadanos de la isla fueron elegidos al azar en 2009 para participar en un “encuentro nacional” junto con organizaciones, grupos de presión y políticos, y debatir -todos al mismo nivel- las opciones de futuro del país. Ahora, 25 personas corrientes -y ningún político- tratan de incluir en la Constitución las propuestas formuladas en aquella reunión.

Silja Bára Ómarsdóttir se sienta en la nueva asamblea constituyente. “Por supuesto que es un honor para mí haber sido seleccionada”, reconoce. Los únicos requisitos que se pedían: ser mayor de 18 años y contar con 30 firmas de apoyo.

“Todavía no sabemos muy bien qué cambios vamos a hacer en la Constitución: si se va a rescribir entera o si sólo vamos a introducir en ella algunas modificaciones. Acabamos de empezar a trabajar y aún estamos familiarizándonos con las ideas del encuentro nacional”, cuenta la politóloga. “En realidad, la tarea de reformar la Constitución estaba pendiente desde nuestra independencia en 1944. Ahora han confluido una serie de factores que la han hecho posible y espero que, al final del proceso, hayamos logrado darle más espacio a aspectos como que el poder emerge de la nación, los valores humanistas y los temas medioambientales”.

Con 320.000 habitantes, en Islandia casi sobran los apellidos. Pero el tamaño no es relevante a la hora de poner en marcha la democracia participativa, opina Bára Ómarsdóttir: “cualquier país puede elegir a un grupo de personas para que redacte una Constitución. También aquí había gente en contra de optar por este camino, pero al final no pudo imponerse, y yo me alegro”.




El premier referéndum sobre la devolución de la deuda a Gran Bretaña y los Países Bajos tuvo lugar el 6 de marzo de 2010. El segundo, el 10 de abril de 2011. En ambos ganó el “no”. (Brynjar Gauti/ AP)

El tamaño tampoco parece ser decisivo en otro frente de batalla: impertinentemente se niegan los islandeses a costear de su bolsillo la deuda que sus bancos contrajeron con clientes británicos y holandeses, y que las arruinadas entidades ya no pueden reembolsar. Londres y La Haya asumieron temporalmente la indemnización de sus ciudadanos, y ahora le reclaman a Reykiavik 3.800 millones de euros. Un acuerdo entre los tres Estados -aprobado por el gobierno y el Parlamento islandeses- preveía la devolución de la suma en un plazo de 15 años al 5,55 por ciento interés. Pero el presidente de la república impuso su veto, yen referéndum los islandeses dijeron “no” en dos ocasiones, la última este pasado 10 de abril.

El pago haría aumentar aún más el endeudamiento islandés y volvería a despertar el fantasma de la bancarrota. Pero no el hecho de reintegrar el dinero en sí es lo que provoca la oposición popular, sino las condiciones del acuerdo. Entretanto se rumorea que podría circular una versión mejorada del documento, pero ya desde el primer rechazo en las urnas cayó el sistema con toda su contundencia sobre Islandia: los créditos internacionales concedidos al país como apoyo en la crisis quedaron en suspenso, la solicitud de ingreso en la Unión Europea en entredicho.

La entrada en la UE preocupa poco en Islandia. Durante la pasada la presidencia española quedó claro que el conflicto con Gran Bretaña y los Países Bajos discurriría al margen de los contactos para el acceso y, en cualquier caso, la idea de pertenecer al club comunitario y tener que someterse a sus reglas pesqueras apenas cautiva en estas latitudes.

Más peligroso podría ser que los combativos ciudadanos tuvieran que aprender que las fuerzas del mercado son demasiado potentes para una sola isla volcánica, incluso si es la mayor del mundo. Al final, directa o indirectamente, van a acabar pagando la carísima porcelana resquebrajada por sus bancos, cree Bára Ómarsdóttir. “Por eso, yo hubiera preferido que se llegara a una solución negociada desde el principio”, dice. Pero, ¿qué clase de justicieros y ecuánimes vikingos habrían sido esos?

miércoles, 13 de abril de 2011

Las tomas falsas del progreso


Un viaje desde el Mazinger Z de Tarragona a Ordos, una ciudad china construída para no ser habitada

José Luis de Vicente (elastico.net) ha coleccionado aberraciones de un sistema en crisis

"Nuestra generación tenía promesas de futuro para casi todo; ahora ese mito se ha roto"

13.04.2011 · Juan Luis Sánchez leido en: periodismohumano.com


Esta entrevista tiene mucho más sentido si se pierde un rato, tranquilamente en casa o esquivando la mirada de los compañeros de trabajo, para ver el vídeo de aquí arriba, la charla completa de José Luis de Vicente en el 13 Festival Zemos98 titulada “Las cosas no salieron como esperábamos”.
Este relato – que bien podría ser un reportaje o un ensayo o una película – comienza en una parada de bus a la puerta de un centro geriátrico de Dusseldorf, Alemania. Por esa parada no pasa ningún autobús, pero fue instalada por los enfermeros a modo de trampa para los ancianos que intentaran escaparse: si en el recuento falta alguien, basta con acercarse a la puerta y ver que el desaparecido está, quizá desde hace horas, esperando un modo de transporte que no va a llegar.
Luego nos lleva por “las tomas falsas del progreso”, estructuras arquitectónicas que se proyectaron pensando en un futuro que no fue o restos de la visión más ambiciosa, especulativa y voraz del progreso occidental. Un muñeco de Mazinger Z de más de 10 metros de alto para presidir y promocionar una urbanización en Tarragona que nunca se acabó, por ejemplo.

El Mazinger Z de Tarragona, levantado en los 70 para una urbanización que nunca se terminó. Hoy día allí sigue, entre los árboles, recibiendo visitas de turistas de lo improbable
Y así una veintena de postales que ha ido coleccionando De Vicente, experto en cultura digital, escritor, comisario de arte y con cierto regusto nostálgico a periodista.
P. Si todo esto fuera ficción, sería creíble.
R. Sí, todo lo que cuento podría colar como falso, pero no lo es. Ahora, sí que tiene algo de ficción, porque la ficción no es algo que sucede al margen de la realidad, sino que es un elemento constitutivo de la realidad, una ficción que se construye involuntariamente. Me interesa un entendimiento menos literal de lo que suponen las cosas. Que haya un superordenador en una capilla, como sucede en Barcelona con el Mare Nostrum, o el caso del Mazinger Z podrían parecer una frikada más. Pero son un ejercicio literario, de ficción, que habla de nosotros.
Otro ejemplo: ¿qué significa que haya una ciudad en China, Ordos, construída con todo lujo, flamante, completa pero que no está habitada por nadie?

Ordos, una ciudad china preparada para un millón de habitantes y absolutamente vacía. Reportaje en Al Jazeera (en inglés).
P. ¿Y qué significa Ordos para ti?
R. Lo importante es que a diferencia de otros casos que podamos pensar, como el de Seseña, en Toledo, el de Ordos no es la historia de un fracaso sino de un éxito rotundo. El Gobierno chino ha construido esa ciudad no para que sea habitada sino para aumentar el Producto Interior Bruto del país con la actividad de su construcción; no necesitan que la ciudad cumpla ninguna función. Es un instrumento de manipulación estadística y eso se convierte en un elemento ordenador del espacio.
P: Y de la geopolítica.
R. Exacto. Si cambiamos la faz de la tierra para cuadrar números en un Excel… Es que es… Estamos llegando a unos niveles de abstracción que en realidad tienen mucho que ver con puras entelequias, como las del mercado financiero que se cuentan por ejemplo en el documental Inside Job. El mundo no es lo que la gente cree que es. Tenemos una visión tremendamente literal y tangible de las fuerzas que dominan el mundo, y el mundo está dominado por grandes abstracciones.

Costa de Dubai (Emiratos Árabes). A la izquierda, el acrhipiélago artificial con forma de palmera. A la derecha, 'The World', donde cada isla es un país a la venta. El proyecto, una vez construído, quedó estancado tras la crisis financiera y hoy las islas han comenzado a desmororarse.
P. ¿Entonces el factor definitorio de estos grandes fracasos que tú presentas es la especulación?
R. No en todos los casos, por ejemplo en los de las centrales nucleares que nunca se terminaron en los 80. La clave para mi está es que nuestra noción de progreso no avanza en linea recta y predecible, sino que es una trayectoria en zigzag que se ve desviada por el camino. Pasan cosas con las que no habíamos contado. Las ruinas del futuro son esos restos, las tomas falsas del progreso. Muestra hasta qué punto las civilizaciones son sujetos inseguros y dubitativos.
P. ¿Eso es malo?
R. Ufff… (risas). A ver, sí que creo que es malo y en cualquier caso evitable. Estamos escandalizados con la cantidad de aeropuertos vacíos que existen. Ahora nos damos cuenta de que es un problema y una locura. ¿Qué sentido común tenemos ahora que no teníamos cuando esos proyectos se gestaban?
El Progreso se convierte en un ideal tan inamovible y genera un consenso tan totalizador a su alrededor, que es muy difícil oponerte a él y que no pase por encima de ti como un tren. ¿Se va a hacer un juicio sumarísimo con todos los que nos han llevado a esta situación? No, no se va a hacer. No se dará una discusión seria sobre por qué nos entregamos a esa locura desbocada.

Spot del 13 Festival Zemos98, aludiendo a la fascinación por el progreso.
P. Más allá de los círculos de poder, ¿no estamos los ciudadanos permanentemente fascinados?
R. Coge como ejemplo la Expo de Zaragoza, que conoces bien.
P. O la Expo de Sevilla, que tú también eres sevillano.
R. Absolutamente. Recuerdo perfectamente esos seis meses de suspensión de la realidad, y lo recuerdo con fascinación, es verdad. Habitábamos en una especie de parque de las maravillas con leyes extrañas y yo no puedo contar esa historia en términos meramente negativos. Emocionalmente, no puedo ser cínico del todo. ¿Sabes por qué? Porque para mí Sevilla era un sitio muy literal, muy prosaico, y a nada que tuvieras problemas para comulgar con la religión del sevillanismo mínimamente, chocabas. Y aquello, quieras que no, era una explosión de imaginación, aunque tuviera cierto tufillo.
P. ¿Y entonces…?
R. Pues la única explicación que tengo es que con el raciocinio en la mano y con el sentido común en la mano, está claro que hay cosas que no tienen justificación. Pero si los seres humanos no solo somos sentido común, sino mucho más, no podemos pedirle otra cosa a la sociedad. Piensa en un vestido de boda. ¡¿Qué sentido tiene que el vestido más caro que te vas a comprar en tu vida vayas a llevarlo solo una tarde?! Pero necesitamos ese transito simbólico. Eso sí, hay extremos inaceptables.
P. Llevamos décadas contando al mundo que el progreso de Occidente es el bueno. ¿Podemos pedirle ahora a los países en desarrollo que no quieran disfrutar de lo que nosotros hemos disfrutado?
R. Lo más fácil es que repitan el patrón y lo único que puede evitarlo es una verdadera conciencia global. Ellos pueden reclamar que por qué no tienen derecho a disfrutar de lo que nosotros hemos disfrutado y la única respuesta es que por ese camino no hay salida. Hay que proponer otra cosa.

La Torre de David, en Caracas, fue diseñada para ser un gran edificio de negocios de 45 plantas. Por ahora ha sido ocupado por familias pobres en las 25 primeras plantas, sin ascensor ni equipamientos, y desarrollando una microsociedad en su interior.
P. El progreso y la tecnología. Siempre de la mano. Pertenecemos a una generación de un optimismo tecnológico muy fuerte. ¿Cómo convives tú con eso?
R. Yo he sido durante muchos años, desde los 90, un tecnodeterminista, es decir, que pensaba que la tecnología por sí misma podía solucionar todos los problemas. Yo en el año 94 me colaba en la Escuela de Ingenieros de Sevilla para sentarme en la primera sala de ordenadores y conectarme. Aquello era una explosión muy fuerte: de repente la posibilidad de construir la sociedad a partir de grandes comunidades donde el espacio no quedaba marcado. Interioricé todos los argumentos utópicos y hasta redentores de la tecnología. Y obviamente, desarrollas una conciencia crítica posterior que te hacen ver los intereses comerciales e ideológicos detrás de determinadas cosas, o la falta absoluta de memoria que tiene la tecnología.
P. Las reglas de lo analógico han desembarcado en ese mundo horizontal de lo digital.
R. Sí, pero esto ya había pasado antes. Es muy curiosa la historia de cómo se construye la cibercultura en la California de los años 60: una mezcla de hippies, militares y hackers que acaban siendo el verdadero caldo de cultivo de Internet, creando esas tensiones entre el hipismo y el libertarismo, por un lado, y entre lo neoliberal y lo anarcocapitalista por otro. Un símbolo de esto es la revista Wired, referente internacional en información tecnológica, que es un buen ejemplo de cómo pasar de la contracultura al neoliberalismo en tres cómodos pasos.
P. Bueno, hay quien dice que nada nuevo es verdaderamente relevante y que en realidad nunca cambia nada.
R. No estoy de acuerdo en absoluto. La Wikipedia es una transición fundamental en la historia del conocimiento, pongamos como nos pongamos.
P. ¿Alguna ruina del futuro que no sea física sino digital?
R. Second Life (risas). Y además es algo cíclico. Estoy convencido de que resucitaremos el sueño de Second Life, y probablemente vuelva a caer. Y la historia de Internet nos reserva grandes guiños en el futuro.
P. Sea lo que sea eso del futuro.
R. Sí, porque todo esto demuestra que nuestra relación con el futuro está cambiando. El futuro no es solo una categoría temporal, es también una fuerza cultural vinculada al progreso, al desarrollo, al mañana. Hemos pasado por unas decepciones que han transformado nuestra noción cultural del futuro. Nosotros nos hemos criado en una construcción del discurso del mañana…
P. Donde nuestro mañana era mejor que el de nuestros padres y abuelos.
R. Sí, un mundo fácilmente dibujable porque había una promesa de progreso para casi todo. Y ahora nos hemos quedado sin ese mundo, el tren hacia el futuro ha llegado a su para final. De tal modo que todo lo que pensamos sobre el futuro cambia. E incluso comprendemos que lo que hemos vivido en el pasado puede estar aquí de nuevo.
Fragmento de un capítulo de la serie Los Simpson en el que los niños cantan una canción de bienvenida a las olimpiadas en su ciudad titulada “Los niños son el futuro”
P. Ante tanto mito, ante tanta construcción cultural artificiosa, ¿no dan ganas de rendirse?
R. A mí no. Porque la carencia de visiones de futuro, la carencia de apuestas, no es un escenario mejor. La izquierda tiene un problema: tiene que forjar una nueva visión de futuro. Estoy harto de escuchar a intelectuales exponer las causas de la crisis de forma clarísima y ser incapaces de proponer nada después.



jueves, 7 de abril de 2011

NO TE CALLES: Plataforma ciudadana de alternativas a la crisis.



Más de trescientas mil familias pierden la vivienda en manos de bancos que ganan miles de millones de euros y disimulan sus ganancias en paraísos fiscales.
El número de personas pobres aumenta en un millón en España desde 2007 como consecuencia de las medidas que los gobiernos toman frente a la crisis
Se recortan salarios y pensiones mientras las grandes empresas aumentan su beneficio un 25% en 2010
¿NO TE PARECE YA SUFICIENTE?
¿NO TE RESULTA INDIGNANTE?
¿TE PARECE BIEN QUE LOS/AS CAUSANTES DE LA CRISIS SE APROVECHEN DE ELLA Y HAGAN PAGARLA A LOS TRABAJADORES/AS?
NOSOTROS/AS NO NOS VAMOS A CALLAR
Y TE PEDIMOS QUE TÚ TAMPOCO LO HAGAS
Más de treinta organizaciones sociales, sindicales y humanitarias, ONG's y colectivos de Sevilla y personas a título individual preocupados por la pérdidas de derechos humanos y sociales nos hemos unido para invitarte a decirle a los poderes públicos que YA ESTÁ BIEN DE INJUSTICIA, Y QUE YA ES HORA DE QUE LA CRISIS LA PAGUEN SUS RESPONSABLES
Te invitamos a acudir a la Asamblea ciudadana que se celebrará el próximo viernes día 8 de abril a las siete de la tarde en el Aula de Grados de la Facultad de Ciencias del Trabajo (antigua Pirotecnia en Avda. Ramón y Cajal). En ella asumiremos el compromiso personal y colectivo de hacer todo lo posible para parar las medidas antisociales y para procurar que las respuestas a la crisis sean justas y respeten los derechos humanos y los avances sociales. 
TE ESPERAMOS ALLÍ
Y TE PEDIMOS QUE TAMBIÉN TÚ INVITES A TODOS/AS TUS CONOCIDOS/AS